Vivo despacio,
sin apuro de los días,
de las noches mismas
que van pasando.
Sin dejar anécdotas
en las páginas viejas
de los libros marcados
por muchas manos.
Ni poemas ni sonrisas
en las horas prístinas
de las mañanas frías
del invierno amado.
Sin horas anochecidas
bajo la luna misma
que dulce ilumina
estas sendas vacías.
Este camino tranquilo
que lleva al destino mismo
de quienes han soñado,
de quienes han querido.
De quienes han podido
amar sin temor alguno
a caer vencidos llorando
en un profundo vacío.
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