Mis poemas generan
un extraño efecto,
provocan en quien los lea
un profundo silencio,
una indiferencia húmeda
cual día de enero.
Así siempre pierdo
lectores con el tiempo
pues se marchan muy lejos,
allá donde nunca llego,
donde nada comprendo,
ni valgo, ni espero.
Debe haber una senda
que siguen todos ellos
que pusieron su mirada
marcada de alguna manera
por las toscas palabras
que soñaron ser algo bello.
Lo único que se me ocurre
es que debo ser pésimo
en cada uno de mis textos,
pero fracaso tan seguido
que ya es parte del destino
morir en el desierto.
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