Simple como el mar cuando duerme
en la silente playa sin olas fuertes,
descansa en la arena de la costa
cual manto que la ennoblece.
Como la luna en cuarto creciente,
tenue y delicada en el cielo,
si hasta parece que la llevara
consigo el impetuoso viento.
O las flores al costado del camino,
esas que muchas veces no miro,
esas mismas que sin querer piso
pero me brindan su aroma bendito.
Como la inocente sonrisa de un niño
como una luz que ilumina el infinito,
con esa mirada que me deja sin sentido
pero muy lúcido ante lo efímero.
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