No soy bueno en la nieve
blanca del amor que nace,
puedo tropezar y caerme
manchando su suave pureza
con mis rencores detestables.
Me cuesta decir muchas cosas,
pero al menos tengo las rosas
de este don que del alma nace;
con mis palabras en este poema
quiero de una vez expresarme.
Como si fuera quizás un poeta,
de esos cuyos versos por todos
en grandes libros sean leídos,
y luego guardados en estantes
de bibliotecas muy grandes.
Tengo miedo de que te vayas
muy lejos, a ninguna parte,
a ese abismo que es el olvido,
a ese lugar, enorme vacío,
donde nada llega a realizarse.
Donde nos queda el hastío,
del tiempo que no regresa,
no nos pide ningún permiso
para en silencio alejarse
como lo hace la primavera.
Pero ahora debo ser valiente,
debo alguna vez poder hablarte
aunque tu respuesta sea esa sonrisa
que intenta ser amable y duela
como duele no poder besarte.
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