No midas el tiempo en días,
ni en horas perdidas, en años,
o cualquiera de esas fantasías.
El tiempo es sólo acaso
un destello en la nada misma,
como en la oscuridad un faro.
Somos chispas que se expanden
y se consumen en un instante
pero de eso cuenta no nos damos.
Creemos que pasa lentamente
todo esto que ya ha pasado,
como la luz en el espacio.
Por eso Dios todo lo sabe,
porque ve ese milagroso instante,
donde se somete el destino.
Donde se quiebra el silencio
en el espacio siempre vacío
de nuestros sentidos.
martes, 26 de julio de 2011
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