El mar, el mar altivo,
quiso ser más que el río
con su oleaje infinito,
con sus mareas sin ritmo.
La luna, la dulce luna,
lo miró y encontró sentido
a la idea de ponerle coto
a su locura de pobre niño.
Se hizo cargo del agua,
de regular todas las mareas
en todas las playas del mundo
para que nada malo suceda.
Porque ella siempre vela
con su preciosa belleza
el destino de esta tierra
como una madre buena.
martes, 27 de noviembre de 2012
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ESTO
Te molestas, te quedas callada, ignorando los destellos de mi rota alma. En un frío silencio cuales noches amargas de desolación que aplasta...
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No entiendo pero prefiero este encierro dentro mío, de mi cuerpo. En mi mente el pensamiento es siempre calmo si no me alejo de los recuerdo...
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