la
habitación vacía,
es
todo una anomalía
de
palabras quebradizas.
La
poesía se estupidiza
en
unos versos repetidos
como
si fueran fórmulas
de
alguna rara alquimia.
No
encuentro la rima
exacta
que acaso describa
de
alguna sutil manera
lo
que fuiste en mi vida.
Ya
no quiero nada,
ni
el sol, ni la compañía
de
quienes vengan a casa
con
su ridícula sonrisa.
Me
da lo mismo el día,
la
noche; el fin del mundo
que
nunca llega a terminar
con
toda esta apatía.
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