No quiero intentar
acaso no equivocarme,
ser un hombre inefable.
Un personaje de esos
cuyos currilums intachables
buscan empresas grandes.
Una normalidad sublime
como salido hace poco
de una linea de montaje.
Porque nunca fui de esos
que les sientan bien los trajes
ni los horarios recomendables.
Soy de aquellos cuya vida
por el mundo es desapercibida,
entre noches y poesía.
Entre horas perdidas
meditando cosas distintas
como el amor, la desidia.
Al universo no le importa
uno que vive en sus poesías,
pero es la senda mía.
El destino que me toca
como un don que sólo provoca
una indiferencia colectiva.
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