A ver si hablamos
de esto,
si dejamos todo
bien en claro,
no creas que te
espero en las noches
escondido detrás
de los faros de la calle,
ni que ando como
un ave surcando
el cielo inefable
observando todo lo que haces.
Tampoco soy un
fantasma
que trasciende
los espacios,
que atraviesa las
paredes
y se hace
invisible sólo para poder verte,
espiarte desde
las penumbras macabras
de una dimensión
que se pierde.
O la palabra que
susurran las hadas
del viento entre
las ramas de los árboles añejos
de la vieja plaza
donde una hermosa vez,
como sin querer,
nos dimos, un beso.
Pero quizás sea
ese silencio
que inunda tus
pensamientos, ese frío
que llega
soplando en invierno las ventanas
abiertas de la
misma casa donde vivimos
lo mejor de todo
esto que se ha perdido,
de ese amor que
nunca pensé quebrado
en tantas partes
deshecho.
Tal vez sea ese
espectro, esa idea
que se desvanece
ante la luz de la razón
que busca las
razones de los acontecimientos,
que solamente
encuentra soledad, tristeza
y un dejo de
perplejidad cuando se ve quizás
que no obramos
con mucho acierto.
Reconozco que yo
también te veo
en los espejos
manchados y viejos
de los recuerdos
lejanos, aquellos
en donde tus
manos dibujaban sueños,
y tantos
proyectos que parecía el futuro
abrirse infinito
ante los ojos nuestros.
Por eso te digo
que no me esperes
en los versos que
escriben los poetas
callejeros,
gorriones vagabundos sin patria;
que yo tampoco
pretendo encontrarte en los besos
que llevo
guardados, que ya no tienen dueño;
he muerto hace
mucho, demasiado tiempo,
ahora somos la
ausencia que se destaca
en las
distancias del universo.
* (Escrito en el año 2007, corregido en el año 2015).
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