lunes, 5 de octubre de 2015

DISTANCIAS (*)

A ver si hablamos de esto,
si dejamos todo bien en claro,
no creas que te espero en las noches
escondido detrás de los faros de la calle,
ni que ando como un ave surcando
el cielo inefable observando todo lo que haces.

Tampoco soy un fantasma
que trasciende los espacios,
que atraviesa las paredes
y se hace invisible sólo para poder verte,
espiarte desde las penumbras macabras
de una dimensión que se pierde.

O la palabra que susurran las hadas
del viento entre las ramas de los árboles añejos
de la vieja plaza donde una hermosa vez,
como sin querer, nos dimos, un beso.

Pero quizás sea ese silencio
que inunda tus pensamientos, ese frío
que llega soplando en invierno las ventanas
abiertas de la misma casa donde vivimos
lo mejor de todo esto que se ha perdido,
de ese amor que nunca pensé quebrado
en tantas partes deshecho.

Tal vez sea ese espectro, esa idea
que se desvanece ante la luz de la razón
que busca las razones de los acontecimientos,
que solamente encuentra soledad, tristeza
y un dejo de perplejidad cuando se ve quizás
que no obramos con mucho acierto.

Reconozco que yo también te veo
en los espejos manchados y viejos
de los recuerdos lejanos, aquellos
en donde tus manos dibujaban sueños,
y tantos proyectos que parecía el futuro
abrirse infinito ante los ojos nuestros.

Por eso te digo que no me esperes
en los versos que escriben los poetas
callejeros, gorriones vagabundos sin patria;
que yo tampoco pretendo encontrarte en los besos
que llevo guardados, que ya no tienen dueño;
he muerto hace mucho, demasiado tiempo,
ahora somos la ausencia que se destaca

 en las distancias del universo.




* (Escrito en el año 2007, corregido en el año 2015).

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