No llega al cielo
la luna triste,
no se despega
del agua oscura.
La noche taciturna
casi sin estrellas
por su doncella
se queda muda.
Algunas luciérnagas,
prenden sus lamparitas,
la buscan en los rincones
pequeños de sus vidas.
No saben los poetas
de ninguna sola rima
si no los ilumina
esa luz mortecina.
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