Hay dos tazas
arriba de la mesa,
una siempre es mía,
la otra sólo anhela.
Como el signo claro
de tu oscura ausencia,
de tu silencio a diario,
de la nostalgia eterna.
De que siempre falta
en casa tu presencia,
tus delicadas manos
tejiendo quimeras.
Abriendo ventanas
para que la luz buena
colme todos los lugares
ahora en tinieblas.
miércoles, 20 de abril de 2016
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