Hay dos tazas
arriba de la mesa,
una siempre es mía,
la otra sólo anhela.
Como el signo claro
de tu oscura ausencia,
de tu silencio a diario,
de la nostalgia eterna.
De que siempre falta
en casa tu presencia,
tus delicadas manos
tejiendo quimeras.
Abriendo ventanas
para que la luz buena
colme todos los lugares
ahora en tinieblas.
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