No seas recuerdo,
no seas olvido,
ni brisa, ni hastío,
ni tiempo perdido.
No seas acaso
lo que no has sido,
quédate como sueño,
quédate conmigo.
Como esa sonrisa
cual luna encendida
en el cielo muy alto
de la noche dormida.
O la primavera
siempre bendecida
por el don de la vida
en flores amarillas.
En definitiva,
no seas la marca
del dolor cotidiano
que aqueja mis días.
lunes, 4 de abril de 2016
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