Amanece despacio,
más tarde poco a poco,
acaso el sol lejano
nos hace un reproche.
Las mañanas son frías
como para despertarnos
para darnos esa energía
o en casa quedarnos.
Por ahí alguna llovizna
sin invitación nos visita,
apuramos así el paso
entre gotas pequeñitas.
Las aves están ausentes
en los árboles sin vida,
en las calles desiertas
pisamos hojas dormidas.
La tarde tiene magia,
un misterio que la habita;
en las plazas sin juegos
un tesoro se prodiga.
La noche nos limita
a quedarnos en la cama,
soñar no cuesta nada,
es así nuestra vida.
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