Miro la lluvia
sin entender que pasa,
acaricio la ventana
que siempre se empaña.
Afuera todo es gris,
no dan ganas de nada,
ni de estar, ni de salir,
ni sumar palabras
Pero están ahí,
como raros fantasmas,
dicen cosas sueltas,
cosas quebradas.
Me entretengo así
buscando un sentido,
las voy hilando en versos
torpes e imprecisos.
Me quedó así
como suspendido
entre dos mundos,
universos distintos.
Uno donde llueve
y la humedad molesta,
otro donde se representa
un estado del alma.
Una semiótica ilimitada
hecha de estrellas y agua,
de viento frío y anhelos,
un lugar donde no callas.
viernes, 15 de abril de 2016
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