Desando caminos
viejos, olvidados;
de ese pasado
tan lejano.
Me encuentro
a mí mismo acaso,
como era entonces
en aquel antaño.
Me veo pasar
no me reconozco,
me aprecio tan joven
que parezco otro.
De repente veo
a un señor extraño,
me mira sorprendido,
parece un tipo raro.
Me obsequia un libro
que tomo sin ganas,
veo sus manos ajadas,
sus muchas canas.
Lo llevo entre manos,
al llegar al fin a casa
lo dejo para el olvido
en una caja.
Por eso he venido
a este tiempo remoto,
para que no sea tarde
con ese libro misterioso.
Ese libro escrito
de mi puño y letra,
no vaya a ser que sea
otra vez una ausencia.
Un ignorado mensaje
de lo que puede un poeta;
tantas páginas y versos
dejados en la indiferencia.
lunes, 26 de diciembre de 2016
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