En el agua la piedra
al caer deja su estela,
onda concéntrica,
extraña huella.
Se hunde profundo
hasta el abismo
del mar o del río
donde se encuentra.
Permanece mansa,
resignada a su destino
de oscuridad y agua,
de hielo y escarcha.
Evocaciones de la altura
donde las aves blancas
hacen sus cálidos nidos
con cantos de esperanza.
Recuerdo de montaña,
su antigua morada,
antes de animarse
a su aventura acuática.
Antes de ser arena
en las eternas playas
de la memoria lúcida
de quienes aman.
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