Me miras siempre
desde esos lugares,
donde no llega
la memoria
a buscarte.
Ni la luz,
ni la sombra,
lunas o estrellas,
simplemente esas
cosas que dejaste.
Me hablas apenas
en todas esas sendas
donde solía encontrarte
como esa cosa buena
que podía pasarme.
Ahora persigo
silente ese fantasma
de lo que antes era,
de lo que ya no queda
más que arena.
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