para que no sea un inverno apenas,
de esos olvidados a la vuelta,
de esos que nadie ya más anhela.
Seré la escarcha en la mañana,
la fría brisa que empaña las ventanas
de todas esas oscuras dormidas casas
que despiertan tímidas al alba.
El ave que emigra solitaria
pues va en la dirección contraria,
tal vez así sean las revoluciones
en esta vida cotidiana.
Amar lo que nadie ama,
soñar lo que muchos ni esperan,
tener por estrella un planeta
distante, efímero cual quimera.
Romper de una vez la barrera,
esa cárcel del pensamiento
que llamamos horizonte de ideas,
discurso social que nos apresa.
Es de locos esta empresa,
siempre es cómoda la estrategia
de dejarse llevar cual hoja seca
por el viento hacia la ausencia.
No es simple echar nuevas raíces
entre las piedras duras y secas
de toda esta complacencia
llamada sociedad nuestra.
Por eso no soy primavera,
por eso me gusta la lluvia;
en cada esquina dormida
se despierta un poema.
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