veo alguna estrella,
la luna, quien sabe donde,
descansa de la tormenta.
El aire limpio invade
casi todo el gran orbe;
puedo ver muy lejos
donde el sol se esconde.
Respiro hondo y sigo
esta senda extraña
que lleva a un mañana
que nadie conoce.
A veces la brisa
juega prístina encendida
con las hojas dormidas
de los árboles enormes.
Alguna cae despacio
y es llevada muy alto
a un cielo bien lejano
como el horizonte.
La sigo con la mirada
para ver a donde llega,
quizás así encuentre
a todo una respuesta.
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