Nadie se va por siempre,
regresa tarde o temprano,
se divide en los espacios
olvidados de la muerte.
En las palabras rotas
de libros cuyas páginas
permanecen perennes
hasta que se leen.
Nadie nunca desaparece
se hace eterno en el aire
que sopla casi siempre
cuando el sol amanece.
Estás en ese espacio
donde apenas puedo verte,
casi tocar tus manos,
escuchar lo que sientes.
Acariciar emocionado
tu rostro que me sonríe;
en cada sueño puedo
saber que aún me quieres.
Que todo es una metáfora
del destino que nunca miente;
algún día lejano regresarás,
estoy de eso pendiente.
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