Si tuviera esa marca,
ese don en el alma,
ese brillo en la mirada,
esa sonrisa franca.
Esa decisión firme
que derriba montañas,
cruza mares enteros
con clara elegancia.
Podría, acaso,
lograr cosas impensadas,
dejar de lado la nostalgia
de una vida truncada.
De ilusiones quebradas,
de estrellas prestadas
a los cielos muy lejanos
de la ignorancia.
Sería tan distinto
que no sería el mismo
que redacta estas palabras
duramente acomodadas.
Podría al menos añorar
que quizás en un mañana
el amor, la dicha, la fama,
serían una meta lograda.
Pero soy esto apenas,
esta sombra que nadie nota,
esa especie de espada rota
dejada en una roca.
Un olvido cotidiano
de esas cosas maravillosas
de una vida que no poseo,
una sublime derrota.
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