Yo miraba mi sombra
seguirme a donde vaya,
arrastrada en la calle
o en la pared pegada.
Desaparecer en la noche
más negra que un abismo
en las oscuridades mismas
de profundos espejismos.
Callada y también negada,
esa parte que se observa,
esa parte que se quiebra,
no posee ninguna magia.
Hasta que un día apenas,
no recuerdo más la fecha,
me convertí en la esencia
de una sombra nueva.
Soy lo que se resta,
lo que ya nadie observa,
lo que se deforma siempre
depende de donde queda.
Lo que no tiene palabra
y es nada en la misma nada
de las penumbras tenebrosas
donde yacen algunas almas.
Parte de un todo cósmico
de oscuridad misteriosa,
materia oscura donde yacen
dormidas, todas las cosas.
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