Arriba de todo,
de toda expectativa
se encuentra la cima
de la misma dicha.
Lugar inexpugnable
de puertas infinitas,
habitaciones oscuras,
de sombras sin vida.
Un ídolo falso
que mentiras comunica,
con sonrisa perfecta,
mueca de su ironía.
Todos venden su alma
para brillar un instante
en el cielo muy infame
de la vida prometida.
Allá vamos acaso,
ciegos e inestables
a formar cruda parte
de una farsa consentida.
Por eso nadie llega,
esa en su razón misma,
darnos un parámetro
de marcada agonía.
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