Dejo de lado
el sol lejano,
la luna perdida
en un cielo falso.
La poesía sencilla
de quienes creen algo,
la maldita sonrisa
del recuerdo amargo.
La palabra aburrida
de esos libros tan largos,
miles de páginas amarillas
y nada que decir acaso.
Prefiero esa bendita
sensación tan misteriosa
de no conocer quien sabe
que extraño milagro.
Será así toda la vida
más que un presagio
de días de muerte futura,
destino siempre marcado.
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