No soy nada,
ni poesía, ni palabra,
ni siquiera distancia,
ni cercanía, esperanza.
Tampoco acaso sea
del amor la prestancia,
esa luz que nos llega
hasta la misma alma.
Apenas si puedo
ver pasar el tiempo,
dormir sin remedio,
ni descanso, ni sueños.
No soy la mano fuerte
que te toma y hace
que todo sea posible,
suelo ser cobarde.
Me hundo en la desidia
de la oscuridad misma,
todo imposible en la vida
cual marca maldita.
Por eso no me mires
con esa tonta sonrisa,
vete lejos donde exista
esa extraña maravilla.
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