Fuiste vida y esperanza,
esa sonrisa que buscaba;
tus palabras esa calma
que le daba sentido a todo
el mundo que me rodeaba.
Fuiste una dulce melodía
al despertar cada mañana,
hoy eres ausencia cruel,
vacía, como un abismo enorme
que se agiganta en el alma.
Mis ojos ya no ven nada,
mis manos acarician el aire
del mismo lugar donde estabas
pero sólo abrazo los recuerdos
que no me sirven para nada.
Siempre escribo lo mismo
en mis poemas que se cansan
de rogar en sus palabras,
de intentar ser algún consuelo
para este dolor que me mata.
Lo único que dejaste
son hojas secas de un otoño
que se volvió crudo invierno
y ninguna esperanza tengo
de que la sea la primavera
la estación de tu regreso.
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