Es funesto el destino
con sus albures cobardes
que sólo saben de burlas
de designios inevitables.
Porque sé que ya es tarde,
que tus palabras no son mías,
que la razón de toda tu poesía
no ha sido nunca olvidarme.
Pero esta loca ironía
que me parece insoportable
me pone nuevamente ante tus ojos,
que no quieren verme como antes.
Siento que le escribo a la nada,
porque no quieres nada conmigo;
si parezco un extraño mendigo
de poemas y frases amables.
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