Mientes cuando escondes
de mis ojos tu mirada,
desvaneces tus palabras
al dejas pasar el tiempo
como si no importara nada.
Cuando te subes a la montaña,
siempre elevada, de excusas vanas
y te quedas ahí arriba solitaria
como si fueras una ermitaña.
Te escudas en las tareas cotidianas,
acaso creas que eso es la vida,
que tu alma depende de lo que hagas,
tu identidad con tu trabajo alcanza.
La verdad es que siempre te evades,
escapas de todo lo que quizás cambia
esa rutina donde estás muy cómoda,
aunque digas que estás cansada.
Quedo relegado a esos momentos
donde un milagro o la nostalgia,
esa necesidad de sentir un poco,
te traen como una luz hasta mi casa,
como una esperanza siempre anhelada.
viernes, 3 de junio de 2011
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