Me despido de mí mismo,
me digo adiós en hondo silencio,
me veo saltar al vacío; nada,
por mí mismo nada siento.
Me ignoro todo lo que digo,
en el fondo sé que me desprecio,
porque siempre ha sido un necio,
fracasado donde todos tienen éxito.
Lo miro al espejo y no comprendo,
no entiendo esa mirada, esos gestos,
esas arrugas en su cara, sus canas
su vida como pérdida de tiempo.
Por eso dejo que parta, que se valla,
que se aleje de mí mismo y se olvide
que alguna vez fuimos uno mismo,
mi cuerpo y todos mis sueños.
miércoles, 21 de diciembre de 2011
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