No culpes al destino
de lo que no se ha dado,
tampoco por lo vivido,
mucho menos lo anhelado.
No existen grises albures
que jueguen a los dados
con nuestros corazones,
con todo lo que hagamos.
Se trata de sumar esfuerzos,
no decaer, no cansarnos;
seguir adelante a pesar de todo,
de las caídas y los fracasos.
Después podremos decir
que no lo alcanzamos por algo,
pero que nunca sea nuestra culpa
habernos alguna vez acobardado.
miércoles, 29 de agosto de 2012
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