que ya ignoro mi
tristeza,
ando siempre
cabeza abajo
como buscando
raras huellas.
Será que
pretendo del pasado
encontrar lo ido
hace tanto;
busco tal vez el
rumbo perdido
en el camino de
mis torpes pasos.
Tropiezo en mi
ciega carrera
con los mismos
obstáculos de antaño;
no aprendo
nunca, siempre caigo,
en los abismos
que me rodean.
Cuelo la luna de
mis ideas
para ponerla en
una noche sola,
para soñar que
no estará muerta,
quien sabe el
lugar y cuando sea.
Me deprimo, en
definitiva,
todos los días
que me restan,
sonrío y nadie
se da cuenta
que mi suerte es
perversa.
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