los soles de tu
mirada;
no puede la
noche dejar
helada en el
cielo la luna
que cae mansa en
el agua.
No puede el
tiempo acallar
las voz de los
recuerdos
que cantan una y
otra vez
todas esas cosas
pasadas.
El universo
tiene una extraña
oscura
constancia hacia la nada,
hacía caminos
sin retorno, opacos,
como farolas que
se apagan.
Pero mi
constancia no claudica
en esos días de
lluvia amarga;
al contrario,
siempre peleo
armado de mi
pertinaz poesía
que es mi don
del alma.
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