A veces no existo,
simplemente desaparezco;
no quedan memorias mías,
nadie parece saberlo.
Pero transito los días
como si no tuviera cuerpo,
como un ser invisible
sin vida, ni tiempo.
Aunque cada tanto pruebo
darme a conocer acaso,
pero la falta de costumbre
hace fracasar el milagro.
Me quedo como flotando
como si estuviera arriba,
o quizás también abajo
de todo lo admirado.
De todo lo sensible,
de la materia, la no materia;
del universo que se quiebra
en esa vaguedad esotérica.
lunes, 30 de septiembre de 2013
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