Padezco la desidia
de la monotonía,
ya no miro el cielo
buscando la dicha.
No espero milagros,
ni nada de esas cosas;
las rosas son apenas
flores que no se tocan.
Aunque si recuerdo
aquellos años lejanos,
cuando de tu mano
caminaba enamorado.
Tu risa era la alegría
de mi alma cada tanto,
cada momento perfecto,
cada instante mágico.
Pero el tiempo marca
sus horas sin reparo,
nada queda de todo eso,
sólo rutina y desgano.
viernes, 21 de febrero de 2014
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