Mentías cuando al amor jugabas,
todo lo que decías fue una trampa,
un laberinto que hábil marcabas
con tus caricias y palabras.
Con tus gestos sutiles, hermosos,
cada vez más me enamorabas;
pensaba que en esta vida
al fin el amor encontraba.
Me dejé llevar por la armonía,
por esa paz siempre anhelada,
todo era una dulce farsa
que yo mismo inventaba.
No vi señales, ni desprecios,
no noté tus reales sentimientos;
fui quien en verdad proyectaba
un sueño para saciar mis ansias.
Ambos fuimos injustos
ciegos en nuestro egoísmo,
en la necesidad de un vacío
que tenemos en el alma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario