El día es gris
como la ceniza,
esas nubes raras
caen de la cornisa.
Golpean la vereda
que silente pisan
oscuros peatones,
sombras sin prisa.
Sin alma ni nada,
sin esperar algo
o buscando acaso
algún milagro.
En su rutina
cual golondrina
que vuela sola
sin brújula fija.
El sol se niega
a quebrar barreras,
tirar abajo los muros
que los condenan.
Entre ellos camino
pues soy lo mismo,
ser sin destino,
mismo olvido.
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