Salí a buscarte
en la lluvia nocturna,
sin estrellas o luna,
sólo los laberintos
de las penumbras.
Tropiezo y caigo
de lleno en el barro,
no hay remedio y acaso
ese sea mi descanso,
castigo apropiado.
Amanece de a poco,
el paisaje anaranjado
es como una señal clara
de que quizás una alarma
en silencio esté sonando.
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