Me gustaría ser poeta,
de esos a quienes leen,
de esos que así viven
de sus textos los bienes.
Tener libros impresos,
ser del mundo un viajero,
no tener horario alguno,
sólo lo que yo quiero.
Pero la realidad apunta:
no escribo bien para nada;
remedos de torpes palabras
que a nadie le valen un poco.
Un ser a un costado de todo,
foros, agrupaciones, ferias,
como quien dice en el limbo
de no ser quien quisiera.
Pero siempre escribo
lo que me nace de las venas,
del alma que distante brilla,
y es lo mejor que me queda.
No importa quejarse acaso
pues ni a mí me interesa
vivir en la fama obtusa
de ser un genio de las letras.
Mañana si me voy o callo,
nadie nunca va a darse cuenta,
pero las palabras son mías
y mía es esta esencia.
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