La caída es inevitable,
los problemas llegan solos,
es destino siempre evade
la felicidad que nos toca.
Pero es deber nuestro
ser valientes ante el reto
de los dilemas de la vida
con el paso del tiempo.
Nacemos cada momento,
cuando retomamos el camino,
superamos los problemas,
más sabios nos hacemos.
Las cicatrices quedan
cuales marcas de la lucha,
del enfrentamiento diario
con todos los elementos.
Es así el agón constante,
nuestro dialogo eterno,
con esta vida que se sabe
está repleta de esfuerzos.
Pero, a su vez, es hermosa
cada mañana de sol bueno;
se renueva el alma toda,
somos seres nuevos.
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