No hay horas,
ni días, ni semanas;
el tiempo es una trampa
que nos lleva a la nada.
Todo pasa ahora,
todo comienza y termina,
un instante que se difumina
y es la eternidad misma.
Percibimos la flecha
de eventos en perspectiva,
hacia un solo punto fijo
cual destino de la vida.
Si supiéramos que se realizan
todas y cada una de las cosas,
de los sueños e ilusiones,
de los esfuerzos, expectativas.
Pasa que apenas percibimos
un mero plano de eventos
donde nuestro simple intelecto
nos atrapa sin ningún remedio.
Creemos que no hay más nada,
que todo alguna vez se acaba
en un suspiro triste y frío
colmado de nuestras lágrimas.
Pero todo pasa y no pasa,
sucede y nunca acaso sucede,
cada universo lo suyo tiene,
cada posibilidad se desenvuelve.
En un leve brillo cósmico
en el horizonte de eventos
de un espacio incierto
de aleatorios sentimientos.
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