No me pidas que regrese
a donde nunca he estado,
esos lugares imaginarios
del tiempo y el espacio.
Esos salones cerrados
sin sol, ni días tan claros,
ni noches de luna llena
para poetas inspirados.
No podría andar las sendas
de esos desiertos amargos,
moriría sin duda alguna
bajo el sol insensato.
Caería de bruces sin agua
de la poesía que a su paso
me colma el alma de la dicha
que siempre he anhelado.
Siento, sin embargo,
que ya estuve en esos parajes,
en esos caminos siniestros
donde he perdido el paso.
En esos lugares tremendos
de la locura y el olvido,
será que acaso he caído
una vez más al inicio.
Otro cuerpo, mismo espíritu,
pues en el fondo soy el mismo,
este ser que tantas veces
ha muerto y renacido.
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