Me encierro en la música,
me aíslo del mundo mismo,
ese lugar que no concibo,
no comprendo, ni admito.
Prefiero las dulces notas,
perfectas y elaboradas
que las vacías palabras
de quienes no saben nada.
La imaginación abierta
ante tantas ideas nuevas
y no la mente tan cerrada
de mucha gente necia.
Pero quizás sea esa
una misión designada
para quien se atreva
a romper barreras.
Estructuras estancas
que jamás llevan a nada,
no se crece, ni mejora,
en esas bases tan rancias.
Pero por ahora dejo
que las horas se vayan,
es una forma de resistencia
dejar que el mundo arda.
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