No vienes,
no llegas,
no apareces
en el cielo
cual estrella.
O luna llena
a despejar
las tinieblas
de la noche
más artera.
No esperas,
ni regresas
a la cima
de la vida
que se quiebra.
Pero siempre
tengo la sutileza
de llevar conmigo
una esperanza
aunque leve sea.
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