No debas nada,
busca la felicidad
cada mañana.
Promete a tu alma
elevarla bien alto,
cima de la montaña.
Vuela sin cadenas
que te quiten la idea
de un cielo infinito.
Perdona lo sucedido,
perdónate a ti mismo
y serás así distinto.
No lleves contigo
los rencores malditos
que envenenan la vida.
Que sea tu sonrisa
fiel y sincera la dicha,
una verdad digna.
Después veremos la cita
con el más allá si amerita,
ese final que nadie quita.
Esa llegada donde todos
vamos aunque lo neguemos,
es parte del mismo prisma.
Parte de la realidad misma
que nos enseña la doctrina
de vivir sin mentiras.
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