Eras la última ilusión
que dormida tenía en el alma,
la final mirada enamorada
antes del ocaso de luna clara.
La estrella que se apagaba
con lágrimas de nostalgia
recitados por las sutiles hadas
del bosque de las palabras.
Eras toda esa antigua magia
de unas manos sanadoras francas,
cuyas caricias abrían los ojos
a paisajes hermosos del alma.
Y acaso todavía lo seas, espero,
para que el ave que alto vuela
recoja entre sus fuertes alas
la dicha de toda esa esperanza.
viernes, 24 de julio de 2020
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