Un día apenas,
una mañana de esas,
un instante que se llevan
las horas venideras.
Tus ojos hermosos
atravesando mi alma plena
hasta llegar al mismo estado
oculto de la materia.
Habrás visto sombras
que no sabía que tenía
agazapadas en la conciencia,
en mis conceptos de cada día.
En mi sonrisa acaso falsa,
tal vez esconda cierta melancolía
de saber que todo es un atisbo
de cosas que se terminan.
Por eso te fuiste pronto,
sin haber ninguna despedida;
me quedé esperando el esbozo
de una ilusión que no había.
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