Tengo mil poemas en las manos,
esperando salir por el teclado
para ser plasmados en el papel
virtual del monitor blanco.
Pero escribo tanto y tanto
que no consigo dejar en claro
bien lo que me dictan las musas
que han venido a mi lado.
Quizás diga que tus cabellos
son la senda que siguen mis dedos,
que el deseo tiene tu nombre
y tu nombre se dice con un beso.
Que te espero todo el tiempo,
en el aire, en la noche, los espejos
donde me miro y compruebo que sonrío
al llenar mi cabeza de pensamientos.
De momentos donde estoy contigo,
no existen pesares en esos recuerdos,
sólo la dicha de saber que me quieres
y descubrir con ternura que te quiero.
O tal vez podría decir que una luna
lejana de un planeta que ha muerto
se ha fugado hasta nuestro mundo
buscando la órbita de nuestro cielo.
Que una pequeña flor en un campo
se siente reina de todo el universo,
de ella se enamora el sol claro
que le regala sus rayos de fuego.
Quizás leas algún día este poema
de tan variados temas selectos,
pero es así la poesía, me inspiran
musas que a veces no comprendo.
Simplemente soy el instrumento
entre la nada y esto que parece un verso;
poeta que es sólo un escriba de sueños,
de fantasías, amor y demás sentimientos.
No sé si tendré algún libro o premio,
si alguien se emocionará con esto,
después de todo creo que no importa
nada más que poder sacar del cuerpo
tantas emociones, sueños, pensamientos
que son la razón de todos los poemas,
aunque luego desaparezcan y sean borrados
por el paso del viento de los años.
Quedará en el infinito siempre algo,
siempre una chispa de nuestra alma
dará vida, quizás, a una estrella
de algún novedoso universo lejano.
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