martes, 16 de junio de 2009

AMOR Y VIDA

Regresas como la primavera
después del invierno más crudo,
donde todo se congela, el tiempo
es una mueca de monotonías inciertas.

Donde no queda más que encerrarse
al abrigo de los viejos recuerdos,
escondido del frío que arrecia,
cala muy hondo, hasta los huesos.

Pero es tu venida la flor esperada,
la primera después del hastío,
del fastidio de no ver el sol,
de ser una sombra en penumbras.

Primavera que trae los aromas
frescos de jazmines y rosas,
de azahares de los futuros frutos
que dejan su sabor en nuestra boca.

De ocasos donde el sol se despoja
de su luz y se torna un oscuro abismo
que todo en su interior arroja.

Como se arrojan las secas hojas
de los árboles que ya no tienen vida,
son espectros que arañan el cielo.

Garras que rasgan el horizonte,
destrozan las nubes que se abren
dejando ver la luna cada noche.

Desde donde llega una luz blanca:
es el brillo de tu sonrisa,
es la belleza que siempre tienes,
es la promesa de una futura dicha.

La misma alegría que pensé eterna,
como el tiempo y algunas estrellas,
la misma que perdí un día luego del verano
colmado de calor, vida y sorpresas.

Cada día era una fiesta al verte,
al saber que las mañanas tendrían
la dulce novedad cotidiana de un beso,
de una palabra de amor y vida.

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