Soñé contigo aquella noche,
la misma noche donde estabas lejos;
las mismas estrellas te vieron
cuando desaparecías en un destello.
Como si entrarás en otro universo
te desvanecías en la nada misma
a donde nadie vería más tu cuerpo.
Pero yo no sabía y sonreía
porque estabas conmigo y vivía
la dicha absoluta de querernos.
Pero al despertar me encuentro
con que eras una rara ausencia,
para todos un misterio.
Un aroma de rosas lejanas,
un susurro extraño llevado
por los caprichos del viento.
Pero al dormirme venías a mi lado,
sonriendo como cada noche, todo el tiempo,
me abrazabas con fuerza y sentía que la vida
no era mi vida si no en esos sueños.
De pronto comprendí que para estar conmigo
te habías ido de este mundo a ese mundo
donde el amor no es un vacío sueño
ese mundo que descubrí un día
al mirarte a los ojos un momento.
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