Otra vez el silencio ha ganado,
cuando parecía que mi voz
no decía cosas en vano.
Cuando tuve un sueño hermoso,
el amor era un ave que cruzaba
el cielo de mis sueños preciados.
Pero duró poco la ilusa idea,
la imagen de un futuro en mi cabeza;
bastó con decirle que la quiero
para que se torne todo tinieblas.
Y no es que me sorprenda
de esta suerte que me aqueja,
pero realmente pensé que al fin
se alzarían las estrellas
en el cielo de mis quimeras.
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